La obra de Valentina Chiappetta transita un límite interesante, sutil, elegante entre la deconstrucción, la reconstrucción y la destrucción. Parecen palabras afines, sin embargo lo que no es afín es la carga simbólica que contiene cada una de ellas como concepto, como imagen que se conforma en el imaginario colectivo.
Las referencias a Derrida, Heidegger, entre otros pensadores que abordaron la deconstrucción, son más que obvias. Solamente me remito a pensar la idea de un espacio que se despliega y no necesariamente que se destruye.
El espacio tomado por la obra de Valentina, busca penetrar en el campo del otro, desdoblar el espacio concreto que nos contiene y crear una mirada alternativa que varía según quien la mira.
Indefectiblemente también se altera el tiempo, se hace pasivo, se detiene, condensa un momento de estallido e integración de los espacios varios, de los territorios una vez ajenos que se transforman ahora en un caos contenido, transitable y donde la experiencia se desarrolla en un aquí y ahora.
El espacio en la obra de Valentina Chiappetta no se destruye, no hay tabula rasa sino una relectura permanente, una re-elaboración que construye sentido.
Lic. María Carolina Baulo
Octubre 2018