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25 de mayo 221 [mapa]
Lun a Vie de 10 a 19 hs.

Una Mirada al México profundo

Marta Fernández

Del 14 de Junio al 30 de Junio de 2011 - Inaugura: 19hs  - Entrada: libre y gratuita

 
 

TEXTO CURATORIAL

 

El acertado título elegido para esta muestra fotográfica, “Una mirada al México Profundo”,  nos remite a dos escritores, el argentino Rodolfo Kusch y el mexicano Bonfil Batalla, que se animaron a pensar América a partir de su propia realidad geográfica, histórica, cultural y artística, “desde acá”, como diría Arturo Jauretche. Aún sin conocer cada uno la obra del otro, ambos coincidieron en la elección de una perspectiva nacional, popular y latinoamericana.
En esta misma dirección se desarrolla el recorrido visual de México que realiza nuestra expositora, quien sintiéndose americana y adscribiendo a la concepción de Patria Grande, actualiza en sus imágenes la riqueza y vitalidad indígena del pasado y el presente,  con frecuencia silenciadas o minimizadas por la historia oficial mexicana.

 

Kusch  plantea, en su texto “América Profunda” la necesidad de crear categorías estéticas propias para analizar la producción precolombina y popular americana, donde reside, según este autor, el núcleo duro de nuestra identidad.
Bonfil Batalla,  en su “México Profundo”, contrapone la existencia de dos Méxicos, el oficial por un lado y el de matriz precolombina y popular, por otro. Alerta sobre la existencia de esta cultura india mexicana que el primero intenta desdibujar e insta a forjar una nación pluricultural que asuma el rostro indígena y mestizo negado en el México contemporáneo.

 

La coincidencia del título de la muestra con el de los textos mencionados no es sólo semántica, sino fundamentalmente ideológico-filosófica.
Ambos pensadores ofrecen elementos para reconocer en estas fotografías los valores ideológico –expresivos que detentan y no circunscribirse a una apreciación estética a la manera de un observador occidental que a lo sumo las  aprobaría como exóticas  manifestaciones de una América que desaparece.
Esta decisión estético-ideológica de Marta Fernández resulta coherente a la luz de su trayectoria artística, que incluye muestras dedicadas a la problemática  de los sectores populares de Argentina, México, Brasil y Venezuela, como “Negritud” y “Mujeres de México” entre otras, siempre con la impronta de hacer presente un valioso pasado aparentemente extinto.

 

En la que nos ocupa, con su personal mirada, encuadre y selección del motivo, supo ver y entender que el pasado mesoamericano no está muerto y puso de relieve los contenidos formales, temáticos y simbólicos de estos centros ceremoniales, de estas pinturas, de estas esculturas, que no exhibe exclusivamente en su carácter de objetos arqueológicos sino en el de elaboraciones estético-culturales que se imponen como elementos activos y esenciales de nuestra identidad latinoamericana..

 

Sus imágenes  nos conmueven por la mostración de esas antiguas  culturas precolombinas que siguen vivas, a menudo  yuxtapuestas, hibridadas, mestizadas, en los sectores populares mexicanos e incorporadas parcialmente en la producción actual de algunos artistas “ilustrados”.
Su ojo sensible captó la especialidad urbanística de Teotihuacan, el fino relieve  de Xochicalco, la grandiosidad de Chichen Itza, la monumentalidad de las esculturas columnarias de los gigantescos atlantes de Tula. En su imagen de lo que queda del imponente Templo Mayor Azteca de Tenochtitlan y de la magnífica catedral barroca del D.F, presenta el testimonio de la violencia generada por la conquista española. Vio en estos dos protagonistas arquitectónicos el símbolo de la dupla emblemática dominador- dominado que signara a partir del S.XVI la historia y la cultura de nuestra América.
Concluye este recorrido con una foto significativa: la fantasmagórica aparición de la Santa Muerte en una ruidosa calle del Distrito Federal, a pocas cuadras de la catedral. Ella da cuenta de la imbricación de cultos de diferente origen, como el precolombino y el cristiano, que aunque antagónicos, confluyen en la concepción de la muerte  y mediante negociaciones simbólicas, generan un nuevo santo cuya escuálida figura, con variantes y matices, concita la devoción popular de miles de adeptos no sólo en México sino en  toda América.

Agradecemos a Marta este relato visual en el que conjuga sensibilidad y compromiso, a la vez que se constituye en una clara respuesta positiva a la pregunta reiteradamente formulada por la crítica acerca de si existe o no un arte identitario americano.

 

Graciela Dragoski
Curadora de la exposición
Prof. Artes Plàsicas
Investigadora
Especializada en Arte Precolombino
 

 

ARTISTAS PARTICIPANTES

 
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