GALERíA PHUYU

Para Galeano la naturaleza no es muda:

“La realidad pinta naturalezas muertas, las catástrofes se llaman naturales, como si la naturaleza fuera el verdugo y no la víctima. Sucumben los bosques, se derriten los polos, el aire se hace irrespirable, el agua intomable, se plastifican las flores y la comida y el cielo y la tierra se vuelven locos de remate”

La tierra habla, su idioma es un fuego subterráneo entre las cortezas de los continentes, que no podría ser más indiferente a eso que hacemos en la superficie. Se podría pensar que es una retribución a la desidia con la que es tratada, a la angurria que lo ha contaminado todo, a la vez que altera los ciclos naturales secando pampas, derritiendo glaciares y diluviando desiertos.

 

Lo que hacemos aquí en la superficie reafirma la esquizofrenia que nos define como especie. Capaces de las acciones más atroces y a la vez de los gestos más puros, creadores de un mundo tan triste y a la par hermoso.  Algunos se han vuelto enemigos de la naturaleza, a otros la crudeza del concreto urbano hizo que simplemente se les desaparezca de vista.

 

Pero quedan quienes mantienen aún la filiación, la alianza, la Terrafilia con todo eso que es flor y hoja, que es cordillera en cadena y madera por siempre viva, aquello que se ve en la altura de suelo global y su color estalla. Curiosamente es esa filia la que nos une tanto como especie y al mismo tiempo, nos separa.

 

Finalmente, en todo este caos la última palabra la tiene ese fuego desafectado, que de sangrar sus volcanes nos retiraría rápidamente del rol de verdugo, lo ha hecho antes muchas veces. Enloqueceremos juntos.

 

Cristias Rosas Chocano

curador