CASA DE LA CULTURA DE SAN ISIDRO

Lo «maternal»: por antonomasia, la mágica autoridad de lo femenino; la sabiduría y la altura espiritual más allá del intelecto; lo bondadoso, protector, sustentador, lo que da crecimiento, fertilidad y alimento; el lugar de la transformación mágica, del renacer; el instinto o impulso que ayuda; lo secreto, escondido, lo tenebroso, el abismo, el mundo de los muertos, lo que devora, seduce y envenena, lo angustioso e inevitable.
C. G. Jung. Los arquetipos y lo inconsciente colectivo

Cuando recorremos las obras de Mercedes Reynoso algo sugiere que nos escapemos de la pulsión puramente escópica, de lo visual, y nos adentremos en el mundo de los sentidos. Entonces, pareciera que tocar, que sentir con la yemas de los dedos las superficies irregulares, incluso que oler los restos de oleo fresco debajo de gruesas capas y capas de pintura; pareciera que todo eso está permitido.

Los ojos –pobres- no nos alcanzarían para aprehender la experiencia. El sentido de la vista es, justamente, el que más rápido asociamos a la figuración, a lo concreto, mientras que en este caso nuestra artista nos provoca a la pura abstracción. Sus pinturas dejaron atrás las figuras fácilmente reconocibles porque ahora la apuesta es confiar: confiar en lo que se evoca en las composiciones, en los colores, en las transparencias, manchas, texturas.

Naturaleza Abstracta es una serie de obras que transitan lo femenino. O mejor, lo hacen presente, nos hablan de la mujer. De una mujer que es madre, esposa, ama de casa, pero también, apasionada pintora, investigadora incansable, experimentadora, una científica de lo mágico, una alquimista de los materiales y colores. Uno de los aspectos femeninos –su principal calibre- que logra destacar Mercedes en sus piezas es la capacidad de entender procesos, de propiciarlos.

Nuestra gran madre, la naturaleza, es también nuestra mejor recicladora y maestra de los ciclos. Nos dice secretamente, “Confía en mí. Mañana el sol también saldrá.” En la forma de pintar de esta inquieta artista también habita esa confianza femenina, la misma palpita en la naturaleza procesual de su obra. Integra los más diversos materiales como la pintura asfáltica, el papel, la arena, el giesso, la tiza, el oleo, todo fusionado, todo reciclado.

Así como nuestra Pacha Mamá toma lo que le damos y lo procesa infinitamente, Mercedes recicló su anterior serie de flores figurativas en una nueva naturaleza completamente abstracta. Abstracción que se liga con un viaje interior y el reconocimiento de su poder como mujer.

En cada pincelada, cada vez que pone o quita pigmentos con los dedos, nos deja ver a una diosa apasionada que pone el cuerpo antes que la cabeza.

Donde lo emocional, ese hábitat acuático que conocemos muy bien las mujeres, reluce en los colores y en las manchas. Maternal, nos invita a disfrutar su rico mundo interior.

Próspera, nos alegra con su fértil repertorio de manchas, texturas y colores. Mágica, nos seduce y promete misterios a todo aquel que se anime a una cierta y necesaria intimidad con la obra.

Mariana Rodríguez Iglesias