buscar

Av. Figueroa Alcorta 3415 [mapa]
Jue a Lun y Fer 12 a 20hs. Mie a 21hs. Mar cerrado

www.malba.org.ar

México moderno. Vanguardia y revolución

México moderno. Vanguardia y revolución

Muestra colectiva

Del 02 de Noviembre de 2017 al 19 de Febrero de 2018 - Inaugura: 19hs  - Entrada: $100. Mie, est, doc y jub $ 50.-

 
anterior siguiente
 
anterior siguiente
 
 

Curadoras:
Victoria Giraudo (MALBA), Sharon Jazzan y Ariadna Guadarrama (MUNAL).

Sala 5. Nivel 2
Sala 3 Silvia N. Braier. Nivel 1

Una exposición organizada en colaboración con el Museo Nacional de Arte, México, que traza el desarrollo de las diferentes propuestas estéticas modernistas que tuvieron lugar durante la primera mitad del siglo XX en México. El recorrido está compuesto por un conjunto de más de 170 obras de más de 60 artistas representativos del período: Frida Kahlo, Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Leonora Carrington, Remerdios Varo, María Izquierdo y Rufino Tamayo, entre otros grandes maestros.
 
En la exposición se exploran las diferentes formas en que se construyó la identidad artístico-cultural mexicana en el mismo momento en que el país se constituía como Estado-nación. El muralismo, marca registrada internacional de la época, fue una parte importante, pero no la única, de una gran ebullición cultural. “Si bien el muralismo es un referente primordial del periodo, y la exposición incluye algunos ejemplos de pintura monumental transportable, buscamos también indagar en los múltiples mecanismos de interrelación y sinergia que se dieron entre las diversas manifestaciones culturales de la época. Por lo tanto, se exhiben propuestas emergentes de la literatura, la música, el cine y la cultura en general, que son vitales para la comprensión de las artes plásticas del periodo en un contexto amplio”, sostiene la curadora Victoria Giraudo.
 
Por tratarse de un lapso histórico breve y de problemáticas que se dieron en simultáneo, se presenta un recorrido por cuatro salas, agrupadas en torno a diferentes temáticas, preocupaciones y búsquedas artísticas. Estos módulos versan sobre la “modernidad cosmopolita”, la “revolución social”, la “cultura popular”, así como las “experiencias surrealistas”. A su vez, cada sala contiene un preámbulo compuesto por obras de artistas pioneros, herederos de las academias decimonónicas y que son un antecedente y una bisagra entre las propuestas artísticas entre los siglos XIX y XX.
 
Se exhiben obras de los artistas mexicanos, tanto los grandes maestros del muralismo como los estridentistas, los Contemporáneos, artistas independientes o solitarios, las primeras mujeres partícipes de estos movimientos, que pueden considerarse protofeministas por su participación e independencia dentro de este sector cultural, y, finalmente, los diferentes surrealismos que surgieron en México, que son prueba de que la vanguardia local no fue una mera imitación de las tendencias europeas, sino un espacio en el que se produjeron complejas transformaciones de características muy particulares.
 
México moderno. Vanguardia y revolución intenta mostrar cómo las influencias internacionales, lejos de opacar las culturas originarias, fueron vigorizadas por ellas, y absorbidas y deglutidas en un arte nuevo y potente.

NOTAS RELACIONADAS

 

Catálogo

Junto con la exposición, Malba editó una publicación bilingüe español e inglés de 350 páginas, con un registro fotográfico de todas las obras representadas en la muestra y a la vez sirve de contexto conceptual al proyecto.

El libro incluye los ensayos curatoriales de Victoria Giraudo (Malba) que plantea los ejes conceptuales de la exposición desde una perspectiva latinoamericanista; y de Ariadna

Patiño Guadarrama y Sharon Jazzan Dayan (MUNAL), quienes profundizan sobre el México social y la Cultura popular. El escritor argentino Noé Jitrik –con fuertes vínculos con México–, aporta su mirada sobre la escena intelectual de la época, con especial atención a los vínculos entre el arte y la literatura propiciados por el movimiento estridentista. Por último, el psiquiatra. Salomon Grimberg se enfoca en su análisis del surrealismo mexicano a través de las obras de las artistas Frida Kahlo, María Izquierdo, Alice Rahon, Remedios Varo y Leonora Carrington.

 
 
Núcleos temáticos
 
I. Modernidad cosmopolita
 
A principios del siglo XX, en el contexto de la renovación de las academias de arte, los artistas mexicanos –al igual que los de otros países de Latinoamérica– comenzaron a viajar y a generar diálogos y vínculos con Europa, con sus intelectuales y artistas, y con las propuestas de las vanguardias.
La ciudad de México, repleta de avances técnicos, se transformó en una urbe vertiginosa, que propició que el imaginario creativo en la literatura, las artes plásticas, la fotografía y el cine estuviera inspirado en la tecnología. De la misma manera, en este contexto, un importante número de mujeres se vieron envueltas en el remolino cultural y se destacaron como creadoras, promotoras independientes en la escena cultural, artística y social.
 
Esta sección presenta ejemplos del simbolismo finisecular, seguidos de otros relacionados con la configuración del modernismo cosmopolita mexicano, dentro del cual sobresale uno de los movimientos más activos, antiinstitucionales y plurales: el estridentismo, planteado como “vanguardia actualista” que se inspiraba en el futurismo y en la vanagloria de la urbe y que, con un manifiesto publicado en 1921, hacía un llamamiento a “crear y no copiar” modelos ajenos.
 
II. Revolución social
 
Para algunos de los actores que participaron en la Revolución de México (1910-1920), ésta significó una ocasión para replantear las políticas de un país que salía de una contienda armada. Para el sector artístico y educativo fue una oportunidad para aplicar nuevas teorías, promover las vanguardias y refrescar políticas anquilosadas tanto en lo cultural como en lo social.
 
La vida del México moderno estuvo marcada por la Revolución de 1910-1921, la primera del siglo XX a nivel mundial, donde se gestó uno de los grandes movimientos sociales de éste. Algunos de sus logros fueron el reconocimiento de garantías sociales, los derechos laborales colectivos y una revalorización de las raíces indígenas, en la cual brotó el inconsciente olvidado de la raza a partir del conocimiento de la propia historia mexicana.
 
Con Álvaro Obregón como presidente electo en 1920, México –devastado por la lucha armada– comenzó una época de reformas e institucionalización que se extendió, con sus distintos sucesores, hasta alrededor de 1940. Las reivindicaciones sociales influyeron fuertemente en la estrategia política educativa y cultural-artística de su secretario de Educación Pública, José Vasconcelos, a partir de 1921, en un accionar donde se promovió la búsqueda de una identidad cultural mexicana.
 
La pintura mural del país adquirió trascendencia y calidad universal, gracias al entusiasmo de Vasconcelos, quien impulsó un arte monumental que, en principio, contribuiría a difundir la historia y cultura de México, realizado en los muros públicos de los edificios de la nación a por pintores mexicanos y extranjeros como Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Roberto Montenegro, Xavier Guerrero, Jean Charlot (francés), Carlos Mérida (guatemalteco) e Isamu Noguchi (japonés), entre otros.
 
III. Cultura popular
 
A partir de 1921, con el objetivo de promover y desarrollar una verdadera educación artística del pueblo (a nivel federal), José Vasconcelos aceptó el plan sistemático de arte mexicano de inspiración popular, a modo de integración racial, presentado por el artista Adolfo Best Maugard, con un método de enseñanza primaria basado en el estudio de los motivos decorativos de los objetos populares precolombinos y contemporáneos como un arte genuinamente mexicano. A partir de 1924, Best Maugard fue sustituido en el cargo por el pintor Manuel Rodríguez Lozano, quien difirió del método, al tener un acercamiento más sensible al arte precolombino y folklórico y al sumar la inspiración de los exvotos religiosos, alejada de la imagen fotográfica y, por su libre composición, más simple, allegada a una pintura naïve.
 
En esta sala se ven ejemplos relacionados con la búsqueda identitaria a través de elementos populares, relativos al indigenismo, que responde a la idea de todo un país moderno y no solo pertinente a su capital. En estas obras se observa la manera en que las raíces aborígenes impregnaban las festividades populares y el sincretismo religioso, que mixturaba los rituales paganos con los católicos: los carnavales, el culto a la muerte, las danzas, el folklore, las máscaras y los trajes típicos de los diferentes pueblos como símbolo mexicano.
 
IV. Experiencias surrealistas
 
El surrealismo –palabra que significa “más allá de la realidad”– fue un movimiento literario y plástico que proponía revolucionar la experiencia humana, al rechazar la visión racional en pos de expresar el funcionamiento auténtico y automático del inconsciente (incluidos los sueños), fuera de toda preocupación estética o moral. Comenzó en París en 1924, con la publicación del Primer manifiesto surrealista, escrito por André Breton, y adquirió un carácter internacional con fuertes repercusiones fuera de las fronteras francesas.
 
Pero la situación en México era muy diferente de la de otros países, ya que este tipo de pensamiento auténtico y desprejuiciado existía desde épocas ancestrales. Las raíces y tradiciones del mundo prehispánico –repletas de elementos míticos y totémicos, animales y frutos fantásticos, imponentes arquitecturas simbólicas regidas por diferentes cosmogonías–, sumadas a las tradiciones religiosas virreinales, se fundían en festividades, retablos, exvotos, altares y una vasta iconografía popular. Estos elementos, unidos al simbolismo de principios de siglo, aparecieron potenciados en los años 30 en las experiencias con el surrealismo de artistas como Agustín Lazo, Frida Kahlo o María Izquierdo, entre otros.
 
Llegaron a México célebres representantes del surrealismo europeo, como Antonin Artaud, en 1936, para experimentar en carne viva el espíritu mágico del arte indígena, en búsqueda de los orígenes de la humanidad en el territorio de los tarahumara; y André Breton, en 1938, quien afirmó: “No intentes entender a México desde la razón, tendrás más suerte desde lo absurdo, México es el país más surrealista del mundo”. Poco después, arribaría para quedarse un grupo de artistas e intelectuales huidos de Europa por la guerra, como Remedios Varo y Benjamin Péret, Leonora Carrington, Wolfgang Paalen y Alice Rahon, José y Kati Horna, entre otros, quienes descubrieron un país surreal y delirante, donde incitaron la exploración del inconsciente, que afloró en un arte poderoso y mágico. Diego Rivera y Frida Kahlo participaron también de este movimiento que fusionó lo europeo y lo nacional, y que tuvo un momento culminante en 1940 con la Exposición surrealista internacional, en la Galería de Arte Mexicano.
 

ARTISTAS PARTICIPANTES

Frida Kahlo, Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Leonora Carrington, Remerdios Varo, María Izquierdo y Rufino Tamayo, entre otros.

 
ars omnibus auspician Buenos Aires Gobierno de la ciudad Ley de mecenazgo Itau Cultural Satelital Artebus