Junín 1930
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Lun a Vie 14 a 21 hs. Sáb Dom y fer 10 a 21 hs.
www.centroculturalrecoleta.org
Del 16 de Diciembre de 2011 al 19 de Febrero de 2012 - Inaugura: 19hs - Entrada: libre y gratuita
La exhibición reúne fotografías de los últimos años que poseen la luminosidad y precisión de las arquitecturas de las ciudades que conoce y ama, que subrayan sus costumbres, anotan misterios, acentúan el fecundo encuentro entre luz y sombra, revelan la naturaleza que, también, el artista recrea artificialmente.
Alfonso Castillo se acercó a la fotografía a los 13 años, ingresando a un mundo inesperado que desde entonces, entre la persistencia y el juego, le permite expresarse sensible y apasionadamente.
Las fotografías de la exhibición de Alfonso Castillo, poseen la luminosidad y precisión de las arquitecturas que el artista elige retratar en las ciudades que conoce y ama. Las imágenes presentadas compendian tradiciones, anotan misterios, acentúan el fecundo encuentro entre luz y sombra. Revelan la naturaleza que Castillo recrea también artificiosamente.
Argentino y guatemalteco, Castillo comenzó a acercarse a la fotografía a los 13 años cuando su padre le regaló una cámara de cajón. Con esa simple cámara fotográfica -que literalmente tenía forma de caja- ingresó a un mundo inesperado que desde entonces, entre la persistencia y el juego, le permite expresarse sensiblemente.
Familia y amigos fueron los sujetos preferidos de sus primeros retratos. Luego capturó paisajes, fijó sus viajes, y no paró más. Verdaderos tesoros, las cajas y cajas de negativos y diapositivas, impresiones en papel y archivos digitales dan cuenta de su paso del blanco y negro -a lo largo de los años y con la magia
del laboratorio en su propia casa- al color, de los cambios producidos en lentes y aparatos. El material acumulado documenta la sutileza de su mirada y la velocidad para ver y fijar el encuadre; refleja su constante
curiosidad e impulso intuitivo.
Esta selección de imágenes de los últimos años muestra un conjunto de abstracciones descubiertas en fachadas y detalles de edificios durante los desplazamientos de Castillo por el mundo. Subrayan la invisible -pero cierta- presencia de las personas que respiran, trabajan y crean las ciudades, objetos y jardines
logrados en los retazos de realidad fotografiados.
La colección invita a fantasear con los secretos que doblemente encierran los maniquíes cuando, aun semiocultos, parecen a punto de cobrar una nueva vida. El artista vuelca su mirada a la composición de espacios repletos de objetos que se multiplican en alusión a los mercados, al barroco latinoamericano y
encuentra el mismo carácter instalacionista en la acumulación de lámparas cenitales que irradian sugestivos destellos.
Los sutiles y múltiples tonos de colores, que Castillo encuentra en la naturaleza y plasma en algunas imágenes, son replicados por tomas que simulan una aproximación cuasi microscópica a flores y hojas, que no son. En este contraste entre lo natural y lo artificial se percibe la herencia de la pintura en el lenguaje
artístico fotográfico.
“Ser fotógrafo es perseguir una ilusión pues, aunque nunca la alcancemos, al intentarlo, volamos y la acompañamos. Después de tantos años, sigo disfrutando muchísimo cada vez que hago click, click. Todavía hago click, por suerte”, dice Castillo con una sonrisa.
Victoria Verlichak
Curadora