Las prácticas entre cada artista y su pieza, comparten afinidades operativas gráficas y a la vez se hayan conectadas en una compleja red causal. Entre sus playas cercanas se desplazan con fluidez mares de tinta. Los impulsos se han acomodado en las rugosidades, en las transparencias y en los gramajes. Nos valemos de las formas para interpretarlas, las de la ciencia, las sensibles y otras. Vamos del tiempo dispuesto para acompañar un libro con su propio compás de lectura y del suelo al cielo de nuestros antepasados.
Sobre algunas figuras es confortable perderse entre geometrías que desactivan informaciones y reactivan emociones. Plácidos cilindros y un zigzag reptiliano transforman nuestras propias estructuras. Es posible anidar en la naturaleza o en un rugir de jaguareté, como cartografiar mapas que evocan recuerdos o pasiones. Hay un recupero vital en la profundidad de lo que está ocurriendo. Reside un poder. Ritos de cuerpos, prensas, tintas y papeles se organizan como en una cena familiar, una reunión donde se cuidan las almas.
El coraje, fuertemente inmerso en nuestra vida cotidiana, mora por algún tiempo en este lugar y a salvo en estas piezas. Su sutileza acumulada e intercalados vaporosos, entre nubes y letras, son evidencias firmes; oportunidades para recuperar nuestras relaciones humanas. Todas las veces que vinimos, ya estábamos allí desde antes. Crecer, también puede ser regresar y detenerse o circular.
Paola Fontana
Museo Banco Provincia
25 de Octubre de 2018