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Inestabilidades

Inestabilidades

Gerardo Feldstein

Del 09 de Noviembre al 16 de Diciembre de 2011 - Inaugura: 19hs  - Entrada: libre y gratuita

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Como en el arte barroco, las imágenes de Gerardo Feldstein son de lectura clara.

 

Su temática está en relación directa con la actualidad y por esta razón, tanto el humor como el disparate forman parte de las situaciones que protagonizan sus personajes.
A pesar de la facilidad de lectura de sus obras, a las que podríamos calificar de “habilitantes” para los espectadores, guardan sin embargo, una cierta distancia con el mundo real, la misma que mantiene el filósofo con la inmediatez de la experiencia, distancia que le permite reflexionar sobre los fenómenos para sintetizarlo en conceptos, en juicios, en el caso Feldstein, en imágenes que proyectan un sentido crítico.

 

A fines de los años ochenta Feldstein se inició en la pintura, en el taller de Eduardo Médici. Por entonces, habiendo abandonado la carrera de ingeniería, se debatía en una búsqueda vocacional entre el teatro y la plástica. Sorteando tabúes sociales y familiares, decidió tomar el camino incierto y difícil del arte. Logró en poco tiempo ser reconocido como artista-escultor a partir de una obra multidisciplinar en la que aún conviven, de alguna manera, todos los Feldsteins: el ingeniero, el actor y el artista plástico, unidos por su carácter pasional.
El conocimiento y prácticas Zen le permiten materializar en la forma su potencial físico conceptual  a la vez que la danza y teatro fueron experiencias fundamentales que aún hoy gravitan en su creación. Uno de sus mayores referentes ha sido la figura del maestro y director teatral Carlos Gandolfo a cuya escuela de arte escénico asistió Feldstein en los años ochenta. De ahí que sus personajes tienen carácter actoral y sus posturas son por lo general gestuales y acrobáticas.

 

Es posible establecer ciertas similitudes con los trabajos escultóricos de Pablo Suárez, por ejemplo la casi exclusividad de personajes masculinos. Los hombrecitos de Feldstein son también seres anónimos, sin rostro y sus características físicas son prototípicas, pero su indumentaria: jeans y zapatillas, los ubica en un tiempo actual.

 

Inestabilidades, es el título de esta muestra en la Galería Dacil. Esta palabra condensa uno de los mayores problemas que pesan hoy sobre la humanidad: la incertidumbre con que está teñido el futuro.
La incertidumbre es ese innombrable fantasma que acecha en la amenaza de la crisis mundial. El derrumbe del orden económico y financiero, cuyas secuelas no alcanzamos a vislumbrar. La pérdida de puestos de trabajo es como un enunciado con sujeto tácito, hasta que cobra nombres y apellidos. Pero más allá de los vaivenes económicos, sobre el hombre individual pesa la ineludible responsabilidad de su propio destino, nadie está libre de la tarea constante y sin fin de esa construcción non finita de trazar nuestro camino.

 

Feldstein presenta instalaciones y “dibujos” realizados en siluetas de varas de hierro, algunas de las cuales han abandonado literalmente el plano del cuadro y han tomado cuerpo en tres dimensiones. Más cercanas al dibujo que a la escultura, estas siluetas se configuran en una puesta en escena, en forma de instalación, en la que juega un papel relevante la sutil sombra que los dibujos de hierro proyectan sobre las paredes lindantes.

 

Estos dibujos en hierro forman parte de una estrategia artística originada en el cuestionamiento de los géneros clásicos que Gerardo ha ido transgrediendo desde comienzos de los años noventa; pasando de la pintura al relieve, de éste a la instalación, desdibujando siempre el límite entre la escultura, la pintura y el objeto.
Feldstein comenzó ensamblando cuerpos fragmentados de factura hiperrealista sobre la tela   para luego alejarse de ésta   e insertarlos en objetos e instalaciones de una síntesis minimalista.
Por ejemplo en la obra  la cuerda  (2011, 220x315x15 cms.) el dibujo ha tomado cuerpo en una instalación en la que dos personajes se encuentran haciendo equilibrio sobre una cuerda suspendida a un metro sesenta de altura, sostenida por dos escaleras. Uno de ellos está parado como lo haría un trapecista de circo, mientras el otro, agachado  “en cuatro patas”  intenta avanzar, a pesar del potencial peligro de caer al vacío.

 

En los años noventa el cuerpo se convirtió en el lugar de fricción al que acudieron muchos artistas que desde este sitio abordaron una pluralidad de experiencias y de críticas sociales. Por ejemplo el artista norteamericano Robert Gober otorga a los objetos cotidianos un sentido antropomórfico reproduciendo objetos domésticos como un lavatorio o un urinario en el que vemos una conexión orgánica con el cuerpo humano ausente. En el caso de Cindy Sherman en sus series de los años noventa sustituye el cuerpo con maniquíes y muñecas desmembradas y en posiciones obscenas en las que aparecen exponiendo el sexo.
Feldstein elabora una imagen inédita cuando comienza a sintetizar muebles y objetos como pequeñas mesas o escaleras cuyas exterminadas son terminadas con miembros superiores e inferiores: brazos, manos y pies.
En la obra de Feldstein la figura humana tiene un papel hegemónico. Sus personajes son antihéroes que padecen la opresión del medio o de los objetos que lo rodean. Condicionados por el espacio social, se debaten en luchas perdidas. Sus exageradas piruetas no dejan de recordarnos las propias, las mil y una acciones que a diario realizamos para sortear la opresión que la vida nos impone.

 

Borges señala en el libro Borges oral que: De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación .

 

En la sociedad de consumo, el objeto ha tomado  el lugar del sujeto. El valor de un individuo se mide por lo que tiene, no por lo que es. Al analizar la cultura postmoderna, Baudrillard dice que el lugar fundante del sujeto moderno se ha invertido y es el objeto el que lo ha desplazado: Ya no es el sujeto el que representa al mundo, es el objeto el que refracta al sujeto y sutilmente, a través de los medios, a través de la tecnología, le impone su presencia, su forma aleatoria .

 

Feldstein  parece ejemplificar este enunciado en sus objetos-humanoides. Mesitas o escaleras terminan en miembros humanos, en pies o manos. Son los objetos los que se han fagocitado al hombre.
Un ejemplo de estos objetos-escultóricos es Los hermanos Calones en la que Feldstein parte de dos escaleras para representar dos cuerpos  cuyos extremos terminan en un par de pies desnudos y se encuentran unidas  por sus manos entrelazadas. Como si se tratara de una escalera simple, la pieza produce una tensa sensación de inestabilidad similar al paroxismo acrobático que logran los acróbatas circenses en la “parada de manos”. Ambas extremidades humanas están realizadas de una manera  hiperrealista y mimética, en resina poliéster y luego engarzados al objeto de tal manera que forman una unidad.

 

Los títulos de las obras forman parte de los contenidos formales de la misma, generalmente refuerzan la parodia y el humor que se desprende de las peripecias acrobáticas de sus personajes. Pero estos objetos–humanos no dejan de inquietarnos, porque en esa irónica hibridación podemos ver como en un espejo, ese lado siniestro de la cultura que hemos forjado.

 

Adriana Laurenzi

ARTISTAS PARTICIPANTES

 
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