Abstracción, color, ritmo, juego: tal sería una descripción sumaria de las piezas musicales en color de Marichien Schlieper. La artista nos acerca su mundo en pinturas al óleo y collages en las que en un espacio abstracto organiza formas que lo riman musicalmente con dos partituras diferentes.
En las sensibles superficies con tonalidades verde amarillentas y azules pintadas con espátula, Marichien responde a la demanda del plano pintando bloques de color elegidos con intuición certera. Pero la búsqueda plástica de la artista la ha llevado desde el trabajo con estas formas tectónicas, donde ha hecho invisible lo visible, a un mundo de formas que podrían llamarse energéticas, ya que en ellas priman líneas de movimiento y de fuerza.
Seguramente celebratorios, estos acordes y cadencias crean estructuras plenas de dinamismo, alegorías musicales y vitales, que abren ese espacio que Maurice Merleau Ponty ha llamado “la invisible armazón de lo visible”. Resuena el mundo de la tirada de dados, dicho en palabras de Heráclito: “Aion (nuestra existencia) es un niño que juega a los dados: de un niño es el reino”.
Marichien, niña que juega, parece duplicar con colores ese pensamiento venido de tan lejos, proponiéndonos jugar en el espacio de juego que es la vida misma.
Ana Aldaburu, agosto de 2015