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El campo freudiano

El campo freudiano

Ana Lía Werthein

Del 08 de Abril al 03 de Mayo de 2021  - Entrada: Libre y gratuita con reserva previa.

 
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Relanzamiento del libro "El arte, la escritura, el campo y los psicoanalistas" de Ana Lía Werthein.
 

TEXTO CURATORIAL

 
  • Lic. Rodrigo Alonso
Una historia de vida
 
En los albores de la década de 1990, mi deseo de ser crítico de cine me había llevado a estudiar la carrera de artes en la Universidad de Buenos Aires. El cine había sido incorporado al currículo pocos años antes, través de un cambio de plan de estudios que había implicado, además, la reconversión de una carrera de corte historicista en una multidisciplinaria, más contemporánea.

Allí conocí a Ana Lía Werthein, quien se había hecho cargo de la asignatura Psicología del Arte -aunque a ella no le gustaba ese nombre1-, ante el abandono sin aviso de su titular anterior. A través de sus clases conocí el trabajo de Sigmund Freud, pero, sobre todo, el de Jacques Lacan. Asistir a sus enseñanzas  incomprensibles2 -las de Lacan, las de Werthein- fue el punto de partida de un descubrimiento, de una revelación que marcaría mi (nuestras) vida(s) para siempre. Tras aprobar la asignatura, me acerqué a ella y le propuse ser su ayudante  de cátedra. Desde entonces,  no nos hemos separado más.
 
Los tiempos cambiaron y vino a suceder que yo me transformara en curador, y ella, en artista. Y fue Werthein quien vino a pedirme, ahora, que escribiera un primer texto sobre su obra, al que seguirían muchos otros. Entre los primeros, recuerdo dos, que vieron la luz hacia finales de la década de 1990: uno, sobre la figura de James Joyce; otro, sobre su particular mirada al campo argentino, sus pampas satelitales.
 
La obra de Ana Lía Werthein fue creciendo desde entonces,  en ese doble sendero helicoidal, de cruces esporádicos, que dio por resultado un cuerpo de trabajos dedicado al campo y su contemporaneidad, y otro, orientado a la admiración por las personalidades que daban espesor al campo imaginario -de  imágenes- del psicoanálisis.j  Uno y otro fueron apareciendo de manera intermitente pero continua a lo largo de los últimos veinte años, reclamando una reflexión de mi parte en cada ocasión, como si hubiera sido elegido para llevar una suerte de crónica de este camino tan pródigo en ideas visuales y manifestaciones plásticas.
En el circuito del arte, la obra de Ana Lía Werthein quedó ligada a los horizontes, los planos cromáticos, las actividades rurales que fueron deviniendo pop, y luego, conglomerados  cada vez más abstractos, con el doble sino de la tradición y la tecnología balanceándose constantemente por encima  de ellas.
 
El campo  no fue tan solo un tema de inspiración,  sino un espacio  de investigación, y, sobre todo, un terreno productivo, en múltiples sentidos.  Fue, además -y quizás principalmente- un espacio visitado, caminado, atravesado  de manera continua, a pie y a caballo, en la camioneta  o a bordo de la maquinaria agrícola, casi siempre con la cámara fotográfica en la mano. De ahí que su mirada se tornara cada vez más cercana, inmediata e íntima.
 
La producción que surgió de esas investigaciones  dio lugar a dos libros,4  que recorrieron pacientemente las diferentes  etapas de las obras que Werthein le dedicó al campo argentino. Pero hasta ahora, su otra veta productiva, la que se relaciona con su tarea profesional como psicoanalista, solo había aparecido registrada en pequeños dípticos y catálogos, circunstanciales, aislados, sin continuidad.
 
Esta nueva publicación aborda esa veta, pero desde un lugar particular: desde las palabras de sus colegas psicoanalistas. Cada uno a su modo, han ensayado una forma de articular arte y psicoanálisis a partir del trabajo de Werthein, sin la intención de solapar los campos; más bien, haciendo  lo que mejor saben hacer, que es justamente articular, activar bisagras, señalar roces, apuntar deslizamientos.  El resultado  posee la exquisita disonancia de las polifonías, esa incongruencia que no tranquiliza, sino que, por el contrario, abre preguntas que interpelan sin cesar.

Esta vez me ha tocado  ser lector. O, en todo caso, un cronista de voces que ya no se parecen  a la mía. Siempre fue un placer acompañar cada aparición de la obra de Ana Lía Werthein desde el lugar de la mirada y la palabra; hoy lo sigue siendo, desde este nuevo sitio de editor del trabajo intelectual de tan prestigiosos pensadores.
 
A Ana Lía Werthein le agradezco que me haya elegido para esta tarea, y el constante acompañamiento de su arte, pero también -sobre todo- el de su amistad. A la vida le agradezco habernos cruzado, y a los años, que ese cruce haya confluido en un sendero de momentos  siempre entrañables.
 
Rodrigo Alonso
 
 

TEXTO DEL ARTISTA

 
El arte
La escritura
El campo
Y los psicoanalistas

...evocando a Greenaway
 
1- El arte
En el otoño de ,995, y a partir de un ejercicio de lectura del seminario del Sinthome, a cargo del querido profesor Carlos Ruiz, me encontré  frente  a frente  con James Joyce y su obra. Esas primeras  lecturas me produjeron  un efecto  epifánico que tuvo significativas consecuencias  en mi modo de pensar y materializar mi quehacer  artístico.  Sentí un deseo irrefrenable  de armar un archivo de imágenes  que incluían las fotografías  de Joyce y todo lo que tuviera que ver con su mundo: Dublín, sus viajes, sus ideas, su caligrafía y la suma de la producción artística  que lo hubiera tomado como objeto de interés. Como les ocurrió a muchos artistas de mi generación, la proveedora más importante de este patrimonio preexistente de imágenes y documentación fue la web. Por primera vez en mi propio recorrido artístico, me hice la siguiente  pregunta:  ¿Qué se puede hacer a partir de lo dado? ¿Cómo reprocesar  y recrear lo ya producido y archivado? ¿Cómo volver a darle vida? ¿Cómo ir dejando atrás la idea de originalidad y tabula rasa tan dominantes?
Estructuras formales preexistentes, ricas y caóticas, me resultaban  enormemente provocativas y me impulsaban al desafío de producir alguna torsión  que, a partir  de ese material, pusiera en juego mi propia singularidad.  Me interesaba volver a darle vivacidad a una serie de imágenes sugerentes pero dormidas en los archivos digitales, empleando  algo de lo que Enrique Vila- Matas llama el "azar productivo". Esa serie de digresiones  visuales se transformaron en la brújula de un nuevo relato, que si tuviera que nombrar  de algún modo llamaría el "relato del vacío de saber", en el que vibraban recurrentemente otras voces, otras miradas que me llevaban a territorios sin frontera, sin tiempos ni espacios precisos. Ése fue el horno de cocción por el que transitaron las producciones  visuales sobre Joyce, Lacan y, finalmente, Freud que hoy ilustran este libro. En todos los casos me propuse hacer funcionar lo dado, servirme de este infinito paisaje cultural pletórico de formas ya producidas y tratar de inventar nuevos itinerarios,  otras  cartografías,  intentando recorridos  singulares  que generaran  reutilizaciones  diferentes,  insertando formas propias y buscando crear nuevos efectos de sentido.
 
2- La escritura
La caligrafía personal de los tres protagonistas fue el hilo conductor de las tres series. Fue una manera de suscitar su presencia más genuina a lo largo de mis distintas series, y acompañarlas  de un modo inequívoco. Ya Lacan, en Lituraterre, trabaja sobre la caligrafía japonesa y propone leer el trazo en la pintura de la letra incursionando en la textura, yendo mas allá de la dimensión significante del texto mismo y su propio efecto escritural.
Trabajar con imágenes es aventurarse a bordear un real, ubicando ciertos puntos opacos propios de la espesura del texto visual.
Puntos opacos en los que se le acerca un borde a lo real y en los que, como espectadores, quedamos capturados en otra lectura que escribe algo nuevo en cada vuelta de una nueva apreciación estética.  Marcel Duchamp decía que el arte es un juego entre todos los hombres de todas las épocas. Navegar por los archivos de imágenes que me proponía la web, y reescribirlos, hizo de esa navegación en sí misma la matriz del juego de mi propia práctica artística.
 
3- El campo
Ese navegar sin rumbo me fue acercando  nuevamente a la espacialidad del campo. Esta vez, el campo freudiano, en el decir de
Lacan.
Un campo en el que el inconsciente  empezó a producir su propio libreto. Aparecieron los nudos, los divanes, extrañas  escenas en medio de espacios enrarecidos,  abstractos y atravesados por personajes,  muebles y objetos topológicos que arrasaron  con los límites del consultorio y ganaron el territorio de las pampas chatas. Lo singular fue la vuelta, por un lado, a lo pictórico y, por otro, a la impronta de la gráfica.
 
4- …y los psicoanalistas
Sin duda, aventurarme, mostrar lo propio de mi rasgo y dar versión de esta producción visual en torno al psicoanálisis motivó, a su vez, a algunos psicoanalistas  a pensarla como sugerente para inspirar las portadas de sus propios libros. Roberto Harari, Gerardo Pasqualini, Isidoro Vegh, Alejandra Ruíz Lladó, Adriana Bauab se dejaron tomar por el caleidoscopio de la obra, para elegir o sugerir algunas de ellas para formar parte de sus propios libros o colecciones. El honor de ocupar un lugar en sus trabajos me sugirió esta  vuelta  moebiana  de incorporarlos  como escritores  en esta  recopilación  de mi producción  visual vinculada al psicoanálisis. Un renglón aparte para Diana Voronovsky, que fue quien le sugirió a Roberto Harari la obra que acompaña Les Noms de Joyce en la edición francesa que publicó L'Harmattan. Diana Voronovsky fue invitada a sumar su escritura. Y también Renzo Pasqualini, junto al cual, en este libro, rendimos homenaje a Gerardo Pasqualini, quien eligió en su oportunidad tres de mis piezas para sus publicaciones.
Cada uno de ellos vuelve a este libro con un breve ensayo, en el que hace algunas reflexiones sobre las diferentes  series. Gracias a todos por la lectura en transferencia, que arroja una luz tan singular en cada caso sobre la obra, enriqueciéndola a través de su propia mirada.
 
Los otros escritores
Rodrigo Alonso, mi amigo (desde  sus veinte  años), prestigioso  curador  y editor,  me acompaña  con sus valiosos aportes e intervenciones  desde  mis inicios como artista.  Leila Tschopp acompaña  mi proceso  desde  hace algunos años, con un trabajo transformador de clínica de obra.
 
Por último, están los que escribieron de otro modo en este libro: Edgardo Malan, cuya valiosa obra es su diseño final. Gustavo Lowry, con su producción fotográfica. Carla Rey, Santiago Raffo y Mariela Romero, con sus invalorables contribuciones y trabajo de producción a lo largo de casi veinte años. Gracias a todos por esta maravillosa oportunidad de compartir esta experiencia de navegar juntos y hacer posible este nuevo libro.
 
 

NOTAS RELACIONADAS

 

"Ana Lía Werthein: del agro al campo freudiano"
Por Laura Feinsilber para Ámbito.

 

Plataforma: Escuela Freudiana de Buenos Aires (EFBA), Espacio de Arte. Presentación Via Zoom.
Presentación: Silvia Amigo, Autora: Ana Lia Werthein 
Colaboradores: Diana Voronovsky, Isidoro Vegh, Alejandra Ruiz LLado, Adriana Bauab, Leila Tschopp, Renzo Pasqualini. 
Rodrigo Alonso Editor.
 
 
Una mujer en la llanura
 
El espacio no existe; es solo una metáfora de la estructura de nuestra existencia.
Louise Bourgeois
 
En su libro El río sin orillas, Juan José Saer señala que estudiar la llanura pampeana  implica no solo aprender  cosas ciertas sobre ella, sino también sobre uno mismo. A lo que vemos, "sumamos, en una misma operación mental, lo que recordamos, sabemos o imaginamos". La llanura ("ese enorme agujero", "tierra chata", "vértigo horizontal", como la llama) nos propone una planimetría demasiado vasta que nos coloca en el centro  de una semiesfera, debajo de un cielo que nos domina y acompaña  dondequiera que sea que vayamos.
 
En ese paisaje de lo idéntico, en el que nuestras percepciones se ven perturbadas, vamos sintiéndonos cada vez más desorientados, atraídos  por el vacío y la aparente inmovilidad del entorno.  Los objetos,  en su aislamiento,  "van perdiendo  poco a poco su carácter familiar, para volverse extraños e incluso misteriosos";,  el espacio se vuelve abstracto, sin referencias, y lo imaginario contamina todo lo existente.
 
La obra de Ana Lía Werthein transita el terreno de la planicie sabiendo que la ausencia que reclama ese paisaje puede ser llenada por recuerdos. Figuras evocadas, arrojadas al interior de su propio interior. Escenas asociadas que se reúnen enigmáticamente. Espectros que toman nuevas formas y encuentran su voz en la repetición.
 
Tanto en su obra gráfica como pictórica, la precisa analogía que la artista  ensaya al enlazar el campo psicoanalítico  con el paisaje pampeano  está poblada de imágenes que regresan,  se superponen,  se duplican y condensan  en un mismo escenario. Así como los oasis del paisaje generan visiones nítidas pero imposibles, que engañan nuestros sentidos, todo lo que habla en su obra lo hace a través de la ilusión y los pliegues, los intervalos y las distancias.
 
Las figuras de sus pinturas son, en su mayoría, imágenes provenientes de otros contextos  que se incorporan a uno nuevo, ubicándose inestablemente en espacios sintéticos y ambiguos. Lo que se recorta y lo que desaparece es tan significante como el encuentro inesperado;  los espacios vacíos se cargan de historia. De la misma manera, las palabras que se anudan en tramas que tapan o velan dejan ver las capas anteriores de texturas, los sonidos apenas escuchados, las palabras dichas y los arrepentimientos.
 
Detenida  en el umbral entre  el afuera y el adentro,  observando  con atención cómo se construye  una experiencia sensorial sin ilusionismos ni anécdotas,  la obra de Ana Lía Werthein nos deja en la orfandad  y el silencio que nos otorga  el paisaje de lo inmenso, la memoria y la pintura.
 
Leila Tschopp
 

ARTISTAS PARTICIPANTES

  

Ana Lía Werthein

Licenciada en Artes (UBA), ex profesora  de la Facultad de Filosofía y Letras, psicoanalista  y artista  visual, exhibe desde  1997 en distintas  galerías, centros  culturales  y museos  nacionales  e internacionales.

Ha publicado Más acá del horizonte, 2008; Hacia una poética de la producción, 2015, y el actual volumen, por Rodrigo Alonso Ediciones.

 
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