Cuando los sueños no alcanzan, es el título de una serie que intenta dar cuenta acerca de una realidad inabordable y fragmentada, compuesta por fantasías continuas e irrealizables en la que lo esperable aparece como un metamensaje encubierto.
Una mesa en la que se combinan los objetos más heterogéneos, un tendedero a la luz de una luna pálida y decreciente, una hiedra transmutada en serpiente o el patio de un vecindario en el que una niña se mece, son escenarios en los que –a modo de oblivion- se mezclan fantasías híbridas, índices de lo que pudo ser, quién sabe, representadas por la misma niña que se mece en su hamaca frente a la fortuna que brinda una juventud que el porvenir se encargará de ir socavando.
Decir que el deseo no tiene objeto supone un argumento malgastado, sin embargo no menos real que la roca que Sísifo se encuentra condenado a cargar eternamente dejando al descubierto lo absurdo de las proyecciones humanas. Un cuchillo, prendas de vestir, un gato recorriendo las sogas donde se tiende la ropa, un vestido colgando a la intemperie, son el signo de lo que acecha y el símbolo de la amenaza que no se concreta. La fatalidad.
En clave autobiográfica –aunque sin terminar de develar sus cartas-, la obra de Maffei transita los territorios inabordables de la cotidianidad y lo imprevisible, en los que reina el desorden; la mirada retrospectiva, el juego con el futuro y las expectativas; los colores que se confunden con el deseo; elementos que no se integran, sino que forman un agrupamiento incierto que no espera -o no puede- ser resuelto.
Mariano Gallego.
Escritor y docente en la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.