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Ciclo Gracias Maestro! - Alfredo Gogna

Ciclo Gracias Maestro! - Alfredo Gogna

Alfredo Gogna

Del 04 de Mayo al 27 de Mayo de 2011 - Inaugura: 20hs  - Entrada: libre y gratuita

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Ciclo:
GRACIAS MAESTRO!!

En los últimos años fallecieron personalidades de la plástica de gran importancia en sus provincias de origen o donde llevaron a cabo su formación y trayectoria artística.
Varios trascendieron las fronteras provinciales y sus obras y pensamientos llegaron a merecer espacios en la galería de artistas “nacionales”. Otros, mantuvieron un bajo perfil mediático pero forjaron escuela y allanaron o trazaron el camino a futuras generaciones de artistas.

 

Estos últimos son los que a través de su obra no solo prevalecieron en el tiempo, también agudizaron el concepto de “identidad”, pregonando su cultura a través de la reformulación de los conceptos estéticos y filosóficos que llegaban del otro lado del océano.

 

El CFI, en su búsqueda inagotable de estimular las expresiones culturales y de identidad de cada provincia argentina, pone a disposición sus Salas Federales para comunicar desde sus obras, el legado de estos maestros.
 

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Volver a mirar

 

La última muestra de Alfredo Gogna en Buenos Aires  fue la que produjo en 1994 el Museo de Arte Moderno, que por entonces inauguraba su sede en la avenida San Juan.  Allí se exhibieron más de 60 de las principales obras de los primeros años de su trabajo en el taller de Parque Lezama, en el que se instalara en 1982.  Al cabo de otros diez, dibujos, collages, y óleos sumaban más de dos mil piezas  que jalonaron el período de su estadía en la gran ciudad. Algunas de ellas integran la presente muestra, junto a otras de su etapa inmediatamente posterior; la de su regreso, ya definitivo, a Santiago del Estero.

 

A Gogna, exponer no le gustaba demasiado. Daba mucha importancia a los efectos de su pintura en la mirada de los otros, pero las muestras en salones y galerías no lo entusiasmaban. Lo incomodaban su trámite, que demoraba el progreso de su tarea y, como un escritor obligado a publicar sólo algunas de las páginas de una extensa novela, la necesaria parcialidad de una selección. Su enorme capacidad de trabajo y la constante evolución de su pintura hacían difícil la composición de un conjunto que no representara otra cosa que un momento y ese momento resultaba difícil de sujetar. En una tendencia que iba acentuándose con los años, prefería las visitas a su taller, en el que resultara natural la provisoriedad que adjudicaba a los resultados y elocuente el desconcierto de los más asiduos ante las novedades con las que solía sorprendernos.

 

Si no existiera la pintura moderna-decía, parafraseando a Cézanne- habría que inventarla. Nacido en Tandil, formado con Esther Feldman y Marcos Tiglio en los fundamentos de la línea y del manejo artesanal del color, Gogna encontrará en la luz de Santiago, en la austera terquedad de su paisaje y en la musicalidad de la cultura santiagueña, los nutrientes para desarrollar una pintura progresiva, atenta a una constante: el continuo corrimiento de los rasgos que la pudieran fijar. Una pintura que se encuentra a sí misma desafiando a la palabra.

 

Con el tiempo, supo dialogar con otros maestros, que lo asistieron en su taller en los momentos en los que hacen falta nuevos interrogantes, nuevas respuestas. Por allí anduvieron Rembrandt, Cezanne, Picasso, Van Gogh, Joseph Albers, Rothko, Warhol, Pollock, Matta y otros tantos hermanos, vivos y muertos, de hoy y de ayer, comprometidos en la resistencia. El sentido del compromiso, repetía Gogna de diversas maneras, es ético. Se trata de la mirada, de un estímulo a la decisión voluntaria de estar más allá o más acá de la imagen de “la realidad” de las cosas. De entrenar la conciencia en la dirección de un mundo posible y mejor. Se trata de la libertad.

 

Curtida en el monte santiagueño (mucho piso, poco cielo, intrincada trama de monótona extensión, sombra dura, sol intenso) y en las formas cambiantes del río, atenta al compromiso permanente del instante, la mirada de Gogna descubre nuevas formas de distraer la nuestra del camino que acabáramos de emprender para observarla.

Tronco, rama, piso, río, casa, cielo, esa ha sido la base algebraica de su pintura. Paisajes y retratos fue lo que pintó. El paisaje como ordenador del mundo (del otro y viceversa) y la figura como su circunstancia. En el monte, explicaba, que es todo igual, llega un momento en el que perdés tus coordenadas;  pero una persona,  una mujer con un bulto, una niña sentada, alguien que camina allá a lo lejos te ordena de nuevo las cosas. El que mira encuentra y quien ordena, desordena.

 

Buenos Aires lo lleva a buscar el cielo en los rincones, o a perderlo de vista. Y en ese paisaje abigarrado, de terrazas, ventanales, mucha vereda, muros y escaleras, ya nada le asegurará qué está verdaderamente arriba y qué abajo y cómo se expresará al final la perspectiva. Invierte 20 años en buscar una salida. La explora en el dibujo, en el collage, en los que la línea se despoja y flotan los objetos; y también en la materialidad de sus óleos, en los que el color se encarniza en la opacidad del concreto. Y cuando sabe que el final (el suyo) está cerca, sabe también que tiene que volver a la luz. Con más de dos mil obras en sus alforjas regresa a su taller principal, su casa, su morada, en Santiago del Estero. Se sabe enfermo, pero se apresta a dar un salto más alto; la triple mortal, ¿por qué no?  La vé.  Le lleva más de un año tomar el envión y en la carrera le saca ventajas a la enfermedad hasta que encuentra de nuevo la fuerza. Y arremete con lo que será el último, luminoso capítulo de su obra.

 

Al color (su personaje) a las formas que adopta y a los tres espacios propios de la pintura, viene a sumarse  ahora una nueva dimensión. Las maderas, el alambre, los trozos de otros géneros pintados, la soga, el piolín, que se le suben a la tela, conjugan, en una nueva propuesta imaginaria y materialmente concreta, un nuevo punto de anulación del principio de realidad.

 

Ahora, cuando ya el pintor se ha ido y sabemos que la serie ha terminado, podemos segmentar, redescubrir, rejuntar, clasificar y observar de otro modo el movimiento constitutivo de su monumental legado.  La obra de Gogna puede verse así, en el panorama de la pintura contemporánea, como la apelación a la supervivencia de la libertad como un valor que podemos imaginar común a pesar de la proliferación tribal de la posmodernidad, de la fragmentación del ahora. Y nos habilita para concebirla posible.

 

Ese ha sido siempre el convite de sus muestras. Bienvenida. Bienvenido.

 

Julio Ferdman
 

ARTISTAS PARTICIPANTES

 
ars omnibus auspician Buenos Aires Gobierno de la ciudad Ley de mecenazgo Itau Cultural Satelital Artebus