San Martín 857
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Tel 4516-0367
Lun a Vie de 12 a 19 hs.
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Muestra colectiva
Del 18 de Septiembre al 17 de Octubre de 2014 - Inaugura: 19hs - Entrada: libre y gratuita
La celebración de la Tierra
Si algo celebran estas obras disímiles, además de nuestra diversidad, es la tierra, aunque no como esa metáfora de lo mineral que se esgrime a menudo para enfatizar las señas de identidad. Establecen, sí, anclajes reconocibles en lo que Marc Augé llamara “lugar antropológico”, y que es todo espacio tatuado por una cultura determinada, ámbito de pertenencia que él opone al “no-lugar”. Pero aquí tales anclajes eluden lo típico, y si bien no dejan de reflejar marcas sutiles de un territorio (el suyo), lo que exhiben son heridas, el dolor de las ausencias que esconden en los tonos tenues de una abstracción. Porque tampoco en estas obras salta a la vista, como cabría esperar, la fuerza desbordante de las gestaciones, y menos aún la dureza de lo petrificado. Es que el paisaje dejó de ser explícito, exterior, para cuajarse en una subjetividad que los transfigura, que lo devuelve en retazos, como esas metonimias del arte japonés, al que le basta una flor de cerezo en la bruma para hacer explotar la primavera en el receptor.
Las ausencias que denuncian estas obras no pasan por lo personal, sino por imágenes que la mirada hoy no registra simplemente porque ya no están, porque fueron destruidas, o lo están siendo, por aquellos que, como decía Octavio Paz, saben mucho de precios y nada de valores. Aristóteles señalaba que si bien la imagen de un árbol nunca será más bella y compleja que el árbol que la inspira, servirá para evocarlo cuando ese árbol ya no esté, porque lo tumbaron los vientos o quedó lejos, en un territorio al que no volveremos. Aunque estas obras no llegan al extremo de la denuncia, tampoco nadan en ese falso conceptualismo que no hace más que exaltar el vacío con su propio vacío, montajes que a menudo ni siquiera conforman una obra, como subrayaba Simondon. O sea, no se complacen en jugar livianamente en el bosque de los símbolos mientras llega el fin, ni se dejan arrastrar por la desesperanza, pues sugieren sendas hacia la recomposición del equilibrio perdido. Algunos de los artistas presentes ensayan una alquimia que une los signos de las culturas ancestrales con las tramas de la nueva era que vendrá, esos códigos genéticos que albergan otros mundos posibles, donde lo sagrado servirá para reafirmar lo humano, no para negarlo y reprimirlo.
Los siete artistas parecen coincidir en no excitar la sensibilidad del receptor frente a la naturaleza, apelando a imágenes de gran realismo o a las explosiones luminosas del color. Prefieren apenas sugerir al ojo capaz de mirarla los profundos enigmas que aún alberga. No para incitarlos a develar sus claves con desmontajes racionales, sino para mantenerlos vivos e incluso potenciarlos. Buscan así convertirlos en un silencioso alegato por la vida, a la que celebran sin estridencias ni súplicas, como esas flores que se abren, desafiantes, en medio de un paisaje calcinado.
Alberto Petrina, curador de la muestra “Arte del NEA”, realizada en el Museo Sívori de Buenos Aires y el Teatro Argentino de la Plata en los años 2000 y 2001, escribió en su catálogo que la artista misionera Mónica Millán era sin duda una de las artistas argentinas más brillantes de la nueva generación. En esa exposición, que hizo historia, ella presentó algunas pinturas de su serie “El viaje por el río” y su instalación “Victoria Regia”, junto con una técnica mixta titulada “Impermanencia”. En términos de Petrina, ese conjunto de imágenes sintetizaba de forma admirable un nuevo concepto del arte regional, una forma distinta de absorber el paisaje, y también -podríamos agregar- de sugerir las ausencias.
Andrés Paredes, también de Misiones, apela justamente a materiales frágiles en su culto a la “impermanencia”, para celebrar con ellos a las mariposas, acaso los insectos de mayor densidad simbólica de los pueblos originarios de América, empezando por los del México antiguo. Recuerdo que en mi niñez tucumana los jardines se cubrían en primavera y verano de nubes de mariposas de todos los tamaños y colores. Misiones es la provincia del país donde más especies de ellas se registraron, muchas de una insólita belleza..
Natalia Segurado, de San Juan, celebra la tierra que pisamos.
La tierra y piedras que usa no provienen de cualquier lado, sino que fueron tomados de un lugar para ella significativo, como una forma de anclar su identidad. Ya los libros sagrados dicen que de tierra somos, y que en tierra nos convertiremos. Los límpidos mosaicos en que se asienta su instalación son como un plano frío y perfecto que se funde en un horizonte apenas sugerido. Sobre dicho vacío, ese puñado de tierra que nos toca a cada uno se alza, resignificado, como incitación a la toma de conciencia. Ello me remite a la obra señera de otra artista que trabaja con esta materia elemental, la bonaerense Teresa Pereda. ¿Hay algo más efímero y desolado que tal montaje?
La salteña Mercedes Ruiz de los Llanos se vale del dibujo sutil y una abstracción más arraigada en lo urbano para celebrar las flores y el mundo vegetal. Su enfoque es diferente al de Mónica Millán, mas esto es lo que se propone la muestra: desplegar esas divergencias que hacen a la diversidad, y por lo tanto a la identidad. Podemos encolumnar con ella a las santafecinas Claudia del Río y Ángeles Ascúa, que incorporan el tejido y el bordado, esas urdimbres a las que muchos pueblos relacionan con la palabra viva y otros lenguajes que atan los disperso, introduciendo una trama en el caos, aunque aquí la finalidad es más estética que conceptual. A la delicadeza de las formas que construyen, se añaden trasfondos de colores suaves, de un refinamiento que elude toda explosión.
El cordobés Alejandro Bovo Theiler también trabaja el textil en su refugio del Valle de Punilla, aunque avanzando hacia el volumen de lo escultórico. La sobriedad de las formas, texturas y colores que caracteriza a su obra, dentro de un marco de abstracción geométrica, rinde homenaje al legado estético andino
Adolfo Colombres
(Buenos Aires, agosto de 2014)
Ángeles Ascúa
Alejandro Bovo Theiler
Claudia del Río
Mónica Millán
Andrés Paredes
Mercedes Ruiz de los Llanos
Natalia Segurado