ARGUIBEL

Carmona es un dibujante excepcional, capaz de construir mundos repletos de personajes en el reverso de boletos subte.

El artista usa el negro y el blanco de manera preponderante en su obra acompañados de texturas que le brindan a sus trabajos, aires de otras técnicas como es el grabado.

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Texto de Nanu Zalazar

Carlos Carmona es un dibujante por excelencia.
Ganador de más de 25 premios (entre ellos el Municipal, el Nacional, el Trabucco y el del Banco Provincia), Carmona ha dedicado su vida al lápiz con corazón de carbonilla. Y ha llevado su arte a tales alturas que no parece haber obstáculo que lo detenga en su ciclópea tarea artesanal, paciente y talentosa, que lo lleva a convertir en negro –raya a raya- lo que son soportes claros como la madera y el papel. Además, lo hace recreando unos barrios periféricos repletos de personajes extraños y a la vez populares, donde lo surrealista casi llega a pasar inadvertido. Resulta difícil definir la temporalidad de las obras de Carmona. La multitud, siempre es protagonista. Y también sus personajes mitológicos.
Si hasta los esqueletos no desentonan en sus virtuales fiestas callejeras en blanco, gris y negro. Como a los magos que guardan un conejo en su galera, en esta ocasión Carmona vuelve a sorprender. Lo hace con la irrupción voluptuosa del color en cuadros con relieves donde chicas desnudas, otra vez la muerte o un grupo de jugadores de fútbol le dan vida al universo onírico de este artista excepcional.