Boedo 880. Buenos Aires
[mapa]
Del 04 de Noviembre al 30 de Noviembre de 2008 - Entrada: libre y gratuita
Inaugura martes 4 a las 19 hs.
Texto de Soledad Obeid - octubre 2008
A través de un viaje hacia el pasado y lo imaginario, la obra de Carlos Carmona transita por la añoranza, el detallismo y la aventura de seres conocidos transformados en criaturas míticas que sobrevuelan una Buenos Aires de antaño.
Los personajes se describen a partir del dibujo firme donde la línea marca el espacio que los comprende; propios y particulares, mientras recorren las calles de esta ciudad, que no está nombrada pero se siente el perfume de su presencia.
El barrio con sus arquitecturas de molduras, de planta baja protegidas por rejas forjadas, de balcones y ventanas con balaustradas, marcan el límite entre lo privado y lo público. Es en este ámbito donde lo imaginario toma protagonismo: los transeúntes, personajes porteños, vestidos con sus trajes de petiteros, amando a bellas mujeres y paseando en colectivos, autos y carros, vehículos transmutados por el dibujo de Carmona. Son caminantes de la noche, que se abre en múltiples facetas, amores, silencios, riñas y misterios.
La esquina, el lugar de encuentro, el saludo y la palabra de aquellos que han coincidido en el andar, caminantes de la noche, nocturnos sonámbulos de la vida, que en el sueño y la vigilia viven la vida del andante. Las casas cobran vida y se convierten en parte de ese misterio modulado, libre y onírico. Y es en este viaje a la ciudad misteriosa donde animales de nuestra fauna autóctona trasmutan y se convierten en sus protectores. Tapires, caballos, tatú- carretas transformados en maquinas voladoras gigantescas, protegen la vida de una Buenos Aires que ya fue, y que solo subsiste en algunos rincones de una gran metrópoli.
Estos bichos adquieren alas que se articulan mecánicamente, con resortes y articulaciones neumáticas, trenes de aterrizaje conformados en ruedas de bicicletas, grandes dientes que atemorizan pero a su vez dan sensación de protección ante aquellos que puedan romper la armonía de la noche oscura de la ciudad. Son los ángeles guardianes que en su vuelo vigilan la nocturnidad de esta ciudad. Carlos Carmona dibuja estos seres con una técnica impecable y una maestría en el dibujo, que los hace vivir un espacio que trasciende el imaginario.
Del blanco y negro de sus tintas, carbones y grafitos surgen habitantes de una ciudad a la que mira con añoranza y lejanía pero que a su vez nos la trae a nosotros como contemporánea.
Carlos Carmona trabaja también con la historia, representada en personajes de la historia del arte, homenajeando a grandes artistas y a sus obras a través de personajes dibujados en boletos de subterráneo, que se agrupan en grandes series a la manera de mazos de naipes que juegan un juego al que todos estamos invitados a participar y descubrir.