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Big Bang Night

Franco Lippi

Del 28 de Diciembre de 2016 al 28 de Enero de 2017 - Inaugura: 21hs  - Entrada: libre y gratuita

 
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Declarado de "Interés Cultural” por el Ministerio de Cultura a través de la Ley de Mecenazgo del Gobierno de la Ciudad de Bs. As.
Proyecciones sábados 7, 11, 14, 21 y 28 de enero 21 a 23 hs.
Día 28 diciembre prueba abierta en Dique 3.

Quizá sin el propósito consciente de reflejar la transformación tan radical de la sociedad, sino dejándose conducir por la sabiduría del instinto, Franco Lippi elaboró una obra que interpreta con fidelidad sorprendente el proceso de cambio sobre el que habla Zygmunt Bauman.
 
“Para el arte, la muerte no es ni un problema técnico ni un problema cualquiera. La mortalidad humana es la raison d'etre del arte, su causa y su objeto”, escribió el filósofo polaco en Arte, muerte y postmodernidad. 
Unos años antes, Bauman había revolucionado el mundo de la sociología con su libro Modernidad Liquida, en el cual afirmaba que la era de la modernidad sólida había llegado a su fin. ¿Por qué sólida? Porque los sólidos, a diferencia de los líquidos, conservan su forma y persisten en el tiempo: duran. En cambio, los líquidos son informes y se transforman constantemente: fluyen.
 
Esta última palabra parece la definición más precisa para describir la naturaleza de la etapa actual de la modernidad, en la cual se están debilitando hasta desaparecer rasgos fundamentales de la sociedad tradicional. “La idea de un estado fijo, inmóvil, final, permanente, nos parece tan extraña y absurda como la imagen de un viento que no sopla, un río que no fluye, una lluvia que no cae...”, insiste Baumann.
 

 

TEXTO CURATORIAL

 
  • Lic. Rodrigo Alonso
Instalaciones acuáticas
 
Tras largos años de experimentar con la fluidez de la materia plástica sobre los soportes convencionales, Franco Lippi emprende la aventura de trabajar sobre una superficie tan fluida como ella. El derrotero de las manchas, los ritmos visuales y los colores que abandonan los bastidores para explayarse sobre la extensión ilimitada de las aguas sigue las voluntades de una planificación, pero es en gran medida azaroso. Por eso, nunca mejor utilizada la palabra aventura para describir el resultado de este proyecto, que en alguna medida sorprenderá tanto a su autor como a todos los que se acerquen a contemplarlo.
 
Acompañado por la música de Luis María Serra y la mirada escénica de José María Paolantonio, Lippi asume la compleja tarea de traducir sus imágenes a una topografía inestable y a los no menos inestables avatares del tiempo; una dimensión que ingresa a su obra por primera vez. Esto le permite potenciar su abstracción con ciertos toques dramáticos y poner en evidencia el devenir dinámico e impredecible del momento de la creación. Trabajando con un equipo profesional y extrayendo las mayores virtudes de los recursos tecnológicos más actuales, el artista anima sus propias pinturas, pero también, compone directamente con el medio digital, dando vida a configuraciones plásticas inéditas que amplían los alcances de su imaginario visual.
 
La pintura de Franco Lippi bucea en las texturas, los hallazgos formales, las cuidadas manifestaciones del color. Cada tela es un desafío que se asume sin prejuicios, a partir de unas ideas vagas que van incorporando las contingencias, las intuiciones, los estados emocionales, las normas de composición. La mancha es casi siempre protagonista, como lo son las formas orgánicas que surgen de manera imprevisible y que el artista decide eternizar al fijarlas para siempre en sus obras. Durante un tiempo, la lija es el soporte elegido para los encuentros de tintas y pinturas; su superficie rugosa, brillante y resistente a los deslizamientos crea abstracciones únicas. En otras ocasiones, las texturas conforman verdaderos terrenos pictóricos de reminiscencias cartográficas (como se aprecia, por ejemplo, en la serie Amazonas); otras veces, el chorreado pone el acento en los desplazamientos y las líneas, y en otras piezas, son las connotaciones oníricas las que guían la producción.
 
Toda esta diversidad viene a prolongarse ahora a través de las manipulaciones digitales. La computadora brinda nuevas herramientas, nuevos cromatismos, nuevas perspectivas para pensar y encarar una realización artística singular.
 
En principio, la informática requiere de diseño y previsión. No obstante, si bien la espontaneidad se ve notablemente reducida, no sucede lo mismo con la intuición. Por el contrario, y en especial para una persona que no domina por completo los recursos tecnológicos, la intuición se transforma en uno de los aliados más importantes a la hora de encarar la creación plástica por este medio. Sabemos que las computadoras no “crean”. Las decisiones compositivas, la exploración de las posibilidades estéticas, la evaluación de los resultados plásticos, sólo pueden ser llevadas a cabo por el artista. En el diálogo de éste con la máquina, en la interacción donde cada uno intenta sacar lo mejor de sí, es donde finalmente surge un nuevo tipo de producción que es, sin lugar a dudas, propia de nuestro mundo contemporáneo.
 
El proyecto Big-Bang Night comienza con la digitalización y manipulación de las pinturas. Pero rápidamente evoluciona hacia una creación de características propias. La animación de las superficies plásticas y su desarrollo en la sucesión del tiempo introduce una componente temporal que exige ser pensada y afiliada como cualidad estética. La incorporación de la experiencia escénica de José María Paolantonio, y el contrapunto con la música de Luis María Serra, terminan de completar los recursos indispensables para que el proyecto llegue a buen puerto y consiga manifestarse en una obra con identidad.
 
El diálogo con Serra y Paolantonio aporta un componente dramático y una perspectiva multidisciplinaria que se demuestra crucial. Los ritmos, los desplazamientos, los contrastes, las dinámicas visuales, las intensidades, los flujos y contraflujos, las apariciones y desapariciones, las vibraciones, los vacíos y las sutiles disoluciones, van construyendo un espectáculo que es, al mismo tiempo, plástico y emocional. Y es aquí donde “cobra vida” la pintura de Franco Lippi. No en la trasposición superficial de formas y colores, sino en su traducción a un nuevo lenguaje que exige ser pensado en sus propios términos y que es capaz de sumar sus propias potencialidades estéticas. Aquí, finalmente, se asientan las raíces de un proyecto tan desafiante como el de Big-Bang Night.
 
Rodrigo Alonso
 
 
Arte Líquido

Lippi es un artista animado por una curiosidad insaciable, que le hizo embarcarse en un proceso de aprendizaje y experimentación pródigo en transgresiones a los procedimientos habituales de la pintura.
A los cinco años de edad, hizo sus primeros garabatos, pero en lugar de dibujar sobre papel, cartón o… la pared, como tantos niños, se puso a dibujar y colorear negativos de películas fotográficas veladas, descartados por su padre, un inmigrante italiano que se ganaba la vida como fotógrafo.
 
Era un juego, por supuesto, solitario, y como tal, no tenía más reglas que su fantasía y la propensión natural del chico a experimentar con los materiales que tenía a mano. Entonces pintarrajeaba la tira de celuloide, enmarcaba cada cuadro en una diapositiva y las superponía sobre el negatoscopio, obteniendo una imagen casi tridimensional que a veces se entretenía en proyectar sobre una pared.
 
Cuando decidió adquirir una formación artística formal, Lippi estudió con: Susana Monje, Enrique Aguirre Zabala, Raúl Ponce, Pablo Suarez y Jesús Marcos y en el análisis de obras con Luis Felipe Noé.
Realizó exposiciones individuales en el Museo Eduardo Sívori, MACLA, Centro Cultural Borges, Fundación Konex, Rosa Galisteo de Santa Fe, Museo de Bellas Artes de Tandil, Bellas Artes de Salta, y en el exterior, entre otras, en las ciudades de Filadelfia, Miami, Washington, Nueva York y en Siracusa y Trápani, Italia.
 
En su búsqueda experimentó con soportes “no tradicionales”, como el papel de lija. “De pronto me di cuenta que esa textura áspera pero a la vez sensible podía tener un comportamiento interesante a la hora de recibir tintas y lacas. A partir de esa prueba, confirmé la premisa de experimentar con la ‘materia sobre la materia’ y creo que no me equivoque”, cuenta Lippi.

De allí al agua había sólo un paso, que ensayó primero con una instalación de cuatro cortinas de agua sobre las cuales se proyectaban imágenes de cuatro obras del escultor hidrocinético Gyula Kosice.
Big Bang Night, Instalaciones Artísticas Acuáticas fue la siguiente estación. Un largo recorrido de décadas hasta llegar a esta obra en constante evolución, inestable, renacida en cada río o mar que la reciba.   

En el último año del siglo XX, Zygmunt Bauman acuñó la idea de que la modernidad líquida confiere la cualidad de lo permanente sólo al estado de transitoriedad. Para entonces, hacía ya bastante tiempo que en el extremo sur de América un joven artista buscaba su lenguaje, sin suponer que esa exploración estética iría a coincidir de una manera casi mágica con la definición del arte de nuestro tiempo que acuñaría el teórico polaco.
 

ARTISTAS PARTICIPANTES

  

Franco Lippi

 

Luis María Serra    
música  original
Rodrigo Alonso    
curaduría
José María Paolantonio   
dirección general
Trestipos Films
edición y postproducción

 
ars omnibus auspician Buenos Aires Gobierno de la ciudad Ley de mecenazgo Itau Cultural Satelital Artebus