CENTRO CULTURAL BORGES

Atención! Atención! Damaaassycaballeroooss!...Ladieeessandgentlemaaans!..Tendrán hoy la suerte y el privilegio… de descubrir  al auténtico Aleph… el único capaz de hacer visibles remotas  imágenes y olvidados  alfabetos …verán el milagro que se esconde … en las tinieblas de un frasco de tinta!...(Por favor…ruego se retiren de la sala aquellas personas pundonorosas o que crean tener el corazón débil).

Ahora sí!... apenas en un instante estará con su magia frente a ustedes …aquel que fué capaz de profetizar la inmensidad del pasado…trasvasando su sombra al futuro…es el antiguo augur que trepado apenas sobre sus pies…adivinó la presencia de la Bestia con solo olfatear desde lejos la solidez de sus uñas … el mismo que moviendo su mano con levedad sobre la virginidad del papel o del linóleo es capaz de mostrar la peste contagiosa que emana de los sueños incumplidos… Señoraaassyseñoresss…(redoble de timbales) con todos ustedes… Si! el DI- BU- JAN- TE!..

Se ensombrece la sala potenciando la flecha de luz que rebota contra las solapas del recién estrenado smoking rojo de CARLOS LANGONE, que desciende con cierta displicencia la larga escalera.  En el palco VIP aguarda la tríada de los proclamados nuevos creativos del siglo: son un rubio peinador de manos enguantadas, un cocinero mediático de jerga redundante, junto a un modisto que luce ceñido traje plateado. Se codean con aquel arrugado astro rockero calvo y de peluca enrulada. Caen papelitos de colores mientras se enardece el  clamor de la platea:

Langooo…Langooo…el que ahora saluda agitando su galera ribeteada en listones negros y blancos a la vez que con un gesto ritual hunde el mentón barbado en el pecho, en ademán tal vez de calculada  modestia. (La platea no imagina que todo artista que se precie  es un fullero que solo juega con cartas marcadas). Un largo silencio, algunas toses y después alzando su brazo, el Dibujante chasquea los dedos manchados de tinta. Cruza entonces la escena la exuberancia de un demonio femenino llamado Lilith que riendo muestra a la platea la ferocidad de sus colmillos ensangrentados.

Un penoso suspiro general es exhalado al  desvanecerse la figura.  Clap, clap, clap ( rumor de aplausos). Moviéndose con la soltura,  liviandad y rapidez de un bailarín entrenado, sacude Langone la pluma entintada y el lugar toma ahora la apariencia de una ciudad que recorta en su cielo de tinieblas un imposible amanecer, acosada siempre por la presencia de una abominable máscara sin forma. Atrás! Atrás! pide el Dibujante, pero a su pesar ésta se adueña de la escena para masticar el rostro de cada uno de los presentes conjugándolos en solamente Uno. Es ahora la máscara aborrecida de aquella  secreta vergüenza y de aquel miedo que todos disfrazaban. Los que parecían resistir al espanto finalmente huyen, vaciando la platea. 

El Dibujante comprende que su única rutina  posible tiene el perfume rancio de la soledad. Cubre el tintero, envuelve su cuerpo al abrigo de la capa y camina cansado hacia la penumbra infinita llevando todavía en su mano la galera ribeteada. En el recorte de luz de una ventana cree reconocer  a una mujer que vive en un sueño, de la que, si se esforzase,  podría recordar  el nombre: ¿Eleanor? ¿Eleanor Rigby?. 

Protegidos por un árbol una pareja joven se abraza tratando en su pasión de detener el tiempo, imposibilitados de saber que sus cuerpos transcurrirán cincuenta y cinco años juntos. Tal vez mañana, - murmura para si Langone- la ciudad rompa el hechizo y de nuevo tenga el valor de hacer suyo al amanecer.