Qué tienen en común estos tres artistas, cercanos en edad, y dignos de figurar en alguna película de Tarantino?
Aparte del hecho de que los tres pasan la mayor parte de su tiempo en la ciudad de Buenos Aires, lo mas evidente: los tres pintan.
En un medio dominado por la global exigencia de grandes salas de exposición, y de alguna crítica especializada, que claman por obras cada vez mas teatrales y escenográficas, ellos pintan.
No es que lo hayan decidido, a la manera de una apuesta, o como inversión financiera.
Mas bien, Pietra dixit, fueron abducidos por la pintura.
Y es esta Pintura, esta cosa del otro mundo, la que experimenta con ellos, una y otra vez, salvaje y desconsoladamente, en su intento por descubrir la galácticamente famosa esencia humana.
Otra cosa en común, esta Pintura del mas allá, los tiene ligeramente apartados, lejos del sector "Experimentos varios", en la zona donde van los abducidos mas prometedores y productivos.
Jorge, Pablo y Richard no tienen esperanzas. Ese monstruo cautivador, los mira feliz con sus seis ojos y los aplaude con sus cien manos, consciente de la preciosa resultante de sus experimentos, esas atmósferas singulares donde, inesperadamente, ella, La Pintura, puede vivir.