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Cerrito 351. MVD. Uruguay. [mapa]

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2° Bienal de Montevideo 2014 ´500 años de futuro´

2° Bienal de Montevideo 2014 ´500 años de futuro´

Muestra colectiva

Del 25 de Septiembre al 22 de Noviembre de 2014 

 
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SEDES

Gran Hall – Banco República, Cerrito 351

Anexo Veltroni-Banco República,Zabala 1520

Museo de Artes Decorativas (Palacio Taranco), 25 de Mayo 376

Iglesia San Francisco de Asís, Solís 1469

Horario: martes a sábados de 10 a 17hs.

 

TEXTO CURATORIAL

 
  • Alfons Hug

La distancia que separa el presente del futuro se mide de modos diferentes y en unidades de medida variables en cada época. Ora el futuro parece estar al alcance de la mano, ora se aleja hasta lo inalcanzable. En ocasiones esta distancia se mide en nano segundos, otras en años, décadas y siglos. Los ingenieros intentan traducir la dimensión temporal a otra espacial y determinar la distancia entre presente y futuro con categorías físicas como millas, horas, kilovatios, o con el tacómetro, mientras que a los artistas les toca –no pocas veces– registrar las ruinas que bordean ese camino. Mientras que en el arte esta distancia es vivenciada de forma extremadamzente subjetiva y no lineal, la ciencia y la tecnología aspiran a la objetividad y plausibilidad.

El temor al mañana o, por el contrario, su anhelo, hará aparecer siempre al futuro en un matiz y extensión diferentes.

El futuro como el gran relato del arte

Desde la perspectiva eurocéntrica la cronología en el hemisferio occidental comienza recién en 1507, cuando el nombre "América" aparece por primera vez en un mapamundi de Martin Waldseemüller. Sin embargo, el hecho de que el continente estuviese poblado desde hace más de veinte mil años solía ignorarse, entre otras cosas, porque durante la conquista se destruyó una gran parte del patrimonio indígena.

Ante esta aniquilación a gran escala de una historia y un pasado, no es de extrañar que en Sudamérica también el futuro haya tenido que aplazarse una y otra vez. Esto es particularmente cierto para Brasil, el eterno "país del futuro". Que en los últimos años ese futuro haya logrado alcanzarse –quizás por primera vez– se debe a un aceleramiento cultural en el que colaboraron, entre otros, las bienales de arte. De modo que estaremos bien aconsejados si entendemos el futuro por medio de la visión de los artistas.

Traspasando los hemisferios, la 2a Bienal de Montevideo desplegará aquellos grandes relatos que harán reducir, aumentar o incluso converger las distancias temporales y espaciales entre los continentes.

El título sugiere que en todos los momentos de la historia el presente ha sido una proyección hacia el futuro. Quizá el pasado y el presente no sean otra cosa que una acumulación de futuros imaginarios que entretanto alcanzaron los 500 años y se encuentran divididos en dos mitades, porque en Sudamérica siempre se tuvo que considerar o incluso vivir la historia de Europa.

Hasta el tiempo fue importado de Europa. En el año 1650 el Rey Felipe III donó un reloj que fue creado por los moros para la Alhambra, a la Catedral de Comayagua (Honduras). Es considerado el reloj más antiguo de América y todavía funciona correctamente.

Una comparación de este antiguo reloj árabe con el tiempo autoconstruido del proyecto Standard Time de Mark Formanek es muy sugestivo. El primero marca el comienzo de la mecánica moderna en América; el último, el retorno consciente a formas artesanales de producción. En el intento por construir cada minuto con la ayuda de tablas de madera, los trabajadores de Standard Time se mueven permanentemente al borde del fracaso. Se trata de una visualización del tiempo que –de manera precaria– todos los días pretende construir un puente entre el pasado y el futuro y que, no obstante, debe ser actual y puntual. Un sólo error interrumpiría para siempre el flujo inexorable del tiempo.

Mientras que los llamados "medios sociales" incrementan la velocidad, como si de esta forma uno podría acercarse más rápidamente al futuro y a otras personas, cada vez más artistas ven como la tarea más noble del arte la detención del curso del tiempo o, más aún, la posibilidad de construirlo ellos mismos.

Por esta razón los artistas contemporáneos recurren crecientemente a archivos de todo tipo que aluden al pasado: objetos de otras épocas, fotografías en blanco y negro de principios del siglo, películas vintage y found footage de los inicios del cine, entre otros. Ahora que todo ya ha sido fotografiado y filmado, y porque se confía cada vez menos en las promesas del presente, armar archivos parece haberse convertido en uno de los procedimientos más modernos. En estas obras se suprime la habitual concepción lineal del tiempo y el progreso, por lo que, en no pocos casos, el artista contemporáneo llega tarde, procesando temáticas antiquísimas.

El arte es una máquina del tiempo que pertenece tanto a las eras más remotas como al presente y, precisamente, la cercanía inesperada entre lo más antiguo y lo más nuevo es una de las paradojas del arte.

© Texto del curador general Alfons Hug

 

NOTAS RELACIONADAS

 

El futuro ya llegó

Con obras de medio centenar de artistas de todo el mundo, la segunda edición de la Bienal de Montevideo pone el foco en el futuro como gran relato del arte.

 

POR MARINA OYBIN

 

Deslumbrado, después de cruzar la escalinata del Banco de la República Oriental del Uruguay (BROU) flanqueada por magníficas columnasjónicas, uno se topa con el gran mural “Paisaje”, de Eduardo Stupía. Con una composición jugada, la instalación, de ocho telas de casi cuatro metros de alto por once de largo, se incluye perfectamente en la imponente sala marmórea de cinco mil metros cuadrados y cuarenta de alto. Estamos en la segunda Bienal de Montevideo, titulada 500 años de futuro.

 

El irónico título sugiere “que en todos los momentos de la historia el presente siempre ha sido también una proyección hacia el futuro. Quizás el pasado y el presente no sean otra cosa que una acumulación de futuros imaginarios que entre tanto llegaron a tener 500 años y se encuentran divididos en dos mitades, porque en Sudamérica siempre se tuvo en consideración o incluso se vivió la historia de Europa”, dice Alfons Hug, curador de la bienal.

 

La segunda edición de la Bienal de Montevideo, ocupa cuatro espacios históricos de la Ciudad Vieja con obras de medio centenar de artistas de todo el mundo. La sede principal es la ex casa central del BROU. Completan el recorrido el Anexo del banco, la iglesia San Francisco de Asís, de 1840, y una sala del elegante Museo de Artes Decorativas (Palacio Taranco). La bienal cuenta con curaduría de Alfons Hug y co-curaduría de Santiago Tavella. La organización estuvo al frente de Laetitia d'Arenberg, Jorge Srur y Graciela Rompani.

 

“Errante”, la instalación de Rita Fischer, avanza con hojas secas y otras verde cerúleo en loca enredadera por una gran estructura hasta rozar las monumentales columnas. El humo se eyecta detrás de las antiguas ventanillas del banco: una bella y efímera intervención de la artista uruguaya Lucía Pittaluga. Por momentos, la humareda copa la sala. Cerca, el color fulgurante del gran mural “My private downtown” del artista alemán Franz Ackermann.

 

En el BROU no faltan los videos. Con el artista conceptual Luis Camnitzer como presidente del jurado,“Miss Education” (2013-2014) es una intervención artística que buscó cuestionar los conceptos de arte y educación dentro del concurso Miss Panamá, muy popular en el país. 

 

Hay dos obras claves. “Standard Time” es una inolvidable instalación performática del artista alemán Mark Formanek. Protegidos con cascos y subidos a escaleras, unos treinta jóvenes se alternan para dar la hora minuto a minuto: colocan tablas de madera en  altos andamios de hierro. “A pesar de que los trabajadores hacen esfuerzos denodados por construir cada minuto, están constantemente al borde del fracaso”, dice Formanek. Uno nunca se hubiera imaginado trabajo tan alienado e inútil: después de unos minutos ante la instalación, la representación temporal deviene banal, forzada. Esos hombres que trataron con esmero de plasmar el tiempo, sólo lo perdieron.

 

Se escucha el sonido del reloj más antiguo de América, construido hace mil años por los moros para la Alambra y que aún funciona: una grabación realizada por los artistas Adán Vallecillo y Leonardo González, de Honduras. En 1650 el Rey Felipe III lo donó a la Catedral de Comayagua (Honduras). El sonido del antiguo reloj palpitando cerca del  “Standard Time” evidencia que el arte es una verdadera máquina del tiempo. “Una de las paradojas del arte es la inesperada cercanía entre los más antiguo y lo más nuevo”, escribe Hug.

 

El juego de ilusionismo de la gran instalación “Edificio Montevideo”, de Leandro Erlich, es un imán: los espectadores no paran de posar y sacarse fotos. Otras versiones de esta obra se vieron en Tokio, París y Buenos Aires.

  

En el banco se ha conservado una obra de la primera edición, que también contó con la curaduría de Hug: “El gabinete de las máquinas del Capital”, del artista norteamericano Mark Dion, experto en el trabajo con archivos. Con billetes antiguos, monedas, balanzas, anuarios, cofres, relojes y muebles pertenecientes al acervo del banco, clasificados de modo preciso, con orden impersonal como regido por parámetros burocrático-administrativos, creó una obra que condensa la historia del banco.

 

En la Iglesia se reviven lenguas indígenas casi en extinción. Hecha con rocas recolectadas en el Río Uruguay y parafina que parece hielo cortante, la conmovedora instalación escultórica “Oriente”, del brasilero Marcelo Moscheta, ocupa la nave central de la hermosísima y gélida iglesia. El “Proyecto voces indígenas” es una instalación sonora colectiva que reúne una serie de múltiples voces indígena: todas, superpuestas, crean un extraño murmullo. Se trata de un trabajo de investigación realizado por más de una decena de artistas, en algunos casos asesorados por etnógrafos y antropólogos. Se escucha también la voz de la última Ona: el audio fue registrado entre 1966 y 1967 por Anne Chapman, antropóloga franco-estadounidense que realizó grabaciones de cantos y textos de la última representante de la cultura Selk' nam Lola Kiepja, considerada chamana por su grupo.

 

En el anexo del banco, uno se sumerge en el tiempo del video. Allí se despliega una nueva creación: las escenas se ensamblan, interactúan, desatan nuevas lecturas, deleitan sin pausa al espectador. Los diferentes sonidos invaden el lugar. Son videos bien intensos, poéticos, bellos. Sin dudas, una de las joyitas de la bienal que no hay que perderse por nada del mundo. Hug seleccionó videos con escaso diálogo o monólogo: el espectador puede verlos en cualquier momento y encontrarse con imágenes simbólicamente potentes que capturan. Las seis grandes pantallas en simultáneo provocan una emocionante experiencia visual. “Es algo muy transitorio. Una pasaje por un universo de imágenes que se capta aleatoriamente”, comenta Hug.

 

Con foco en diversas temáticas sociales y de rigor formal exquisito, los videos cautivan. “On the Double Dragon Hills” del artista chino Yang Fudong y “The Column” de Adrian Paci, nacido en Albania, parecen escenas de una historia que podría leerse ensamblada. A unos pasos, la música y los tambores de la procesión del Cirio de Nazaret, en “Corda”, del artista brasilero Pablo Lobato, se mezcla con los trabajadores de “Night /2.4 Km”, uno de los videos del fantástico artista chino Chen Xiaoyun.

 

Después de zambullirse en el festín de video y fotografía del anexo, ya de nuevo en las calles de Montevideo, ocurre un extraño artilugio. Imposible dejar de escuchar el sonido áspero, incansable, esa fuerza al límite de lo posible que despliega aquel hombre en “Drag”, otra perla de Chen Xiaoyun. Retumba la respiración agitada por el esfuerzo inimaginable.

 

FICHA

Lugar:

Gran Hall – Banco República, Cerrito 351

Anexo Veltroni-Banco República, Zabala 1520

Museo de Artes Decorativas (Palacio Taranco), 25 de Mayo 376

Iglesia San Francisco de Asís, Solís 1469

Horario: martes a sábados de 10 a 17hs.

Fecha: hasta 22 de noviembre

 

 

 

ARTISTAS PARTICIPANTES

ver artistas participantes
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