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Del 18 de Julio al 12 de Agosto de 2010  - Entrada: libre y gratuita

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Tiempo plegado. Los grabados de Alejandra Winkhaus.

 

El grabado es una experiencia antigua que carece de tiempo. Todo devenir le es ajeno, tal como ocurre con las expresiones que invocan lo sensible. Los grabados portan incisiones que son heridas y hendiduras que a su vez son memoria. Y la pregunta surge: ¿cómo una praxis antigua, paradójicamente atemporal, puede hablar de la memoria, que en esencia es tiempo plegado? Ensayaré una respuesta observando las xilografías de Alejandra Winkhaus.

Cuando el acento es colocado en la mirada del horizonte y se logra establecer vínculos entre la imagen y el horizonte de la mirada, la temporalidad parece quedar disuelta. Si los juegos y las bisagras entre el arriba y el abajo, y entre el cielo y la tierra se integran a través de la línea del horizonte, toda la estampa superará los entornos, incluso la temporalidad. Los horizontes de Winkhaus, que son de escaleras, insectos y lejanías, interpelan lo dado y subrayan lo explícito. En ellos la inmediatez es aparente, pues el registro de su memoria habla de otras cosas, como la distancia o lo perenne.

Lo que urge es la búsqueda íntima de temas universales. Incluso estas cuestiones, tan humanas en su condición, vienen a sugerir más asuntos, netamente estéticos, como la fluidez y el equilibrio. La poética de Alejandra Winkhaus pliega el tiempo. Sus grabados tienen tanto de concepto como de factura. En cada uno importa el verbo convertido en herida y la tinta transformada en mensaje. Hay cierto medievalismo latente y también contemporaneidad americana. Pero por sobre todo flota la memoria convertida en grabado y el horizonte transformado en ojo.

 

Miguel Ángel Rodriguez

 
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